Estreno en Cines: 21 de Febrero de 2019.
El
film comienza con un jucio en el cual un niño de doce años llamado Zain ha
decidido demandar a sus padres por el hecho de "haber nacido". Zain
ha sido encarcelado por haber apuñalado a alguien y se supone que deberá cumplir
una condena de cinco años.
A
partir de ahí el relato hace un flashback para explicar como se llegó a esa
situación del inicio. Los hechos transcurren en una ciudad libanesa donde reina
el caos (significado de Cafernaum), en la cual abundan la pobreza, la
delincuencia, y los marginados.
Zain
vive con sus padres y hermanos menores en una casa en malas condiciones que les
han prestado, trabaja en un almacén como repartidor y es muy unido con su
hermana Sahar de once años. Debido a su madurez se lleva mal con sus padres
quienes parecen no preocuparse por el futuro de sus hijos, no haciéndose
responsables de no haberlos inscripto legalmente y de tenerlos en una
situación tan precaria. Su hermano mayor está preso al igual que otros
familiares.
Cuando
los padres deciden casar a Sahar con Assaad, el hijo del almacenero que les ha
cedido la vivienda y les provee de víveres a cambio del trabajo de Zain, el
niño escapa de su casa. En su huida conoce a Rahil, una inmigrante ilegal
proveniente de Etiopía, que tiene un bebe llamado Yonas, a quien debe ocultar
para que no se lo quiten, ya que ademas podría ser arrestada y deportada, y
vive en una casucha de un barrio paupérrimo.
Rahil
le da casa y comida a Zain a cambio de cuidar de Yonas, y los dos niños se llevan
muy bien de inmediato. Pero una noche la mujer no regresa a su casa y Zain
decide ocuparse del bebe, tratando de sobrevivir como puede, usando su ingenio
y su astucia para evitar los peligros de las calles, hasta que ella regrese.
Zain se cruza con Aspro, un mafioso local que le ofrecerá cumplir su sueño de
viajar a otro país a cambio de algo.
"Esperaba
ser un buen hombre, respetado y amado, pero Dios no quiere eso, al final todos
somos basura." (Zain, en la película)
Un
Intenso y sólido relato que habla de la familia, de la paternidad, de la niñez,
de la pobreza, de los marginados, de los inmigrantes ilegales, de la
delincuencia juvenil, del tráfico de personas, de las drogas, del abuso
infantil, y de los problemas sociales en gran escala, pero también habla de
poder ver la luz a pesar de las dificultades, y de encontrar un futuro mejor
para cada ser humano, especialmente para los niños.
Se
destaca el trabajo del niño Zain Al Rafeea, que personifica al protagonista
cuya madurez se ve reflejada no solo en sus acciones sino también en la
expresión de su rostro que lo dice todo, y que termina haciendo aquello que
deberían hacer sus progenitores, cuidar de sus hermanos, preocuparse por ellos,
y no solo traerlos al mundo para amontonarlos entre cuatro paredes. Una
historia profunda y conmovedora hasta las lágrimas de principio a fin.
La
película resultó ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine en
Cannes, y está nominada a Mejor Película en Idioma Extranjero en los premios
Oscar, al igual que lo estuvo en los Globos de Oro.
Esta
producción cinematográfica fue realizada con un elenco de actores no
profesionales, quienes interpretaron personajes con vidas parecidas a las
suyas, y reaccionando con espontaneidad frente al guión que les presentaron,
usando sus propias palabras y gestos, y cuando se alejaban un poco de lo
establecido por el guión, su realizadora Nadine Labaki se iba ajustando a
ellos, por lo cual el film se acerca al "neorrealismo" de directores como De Sica
y Rosellini. Actualmente los dos personajes principales viven en Noruega y
Francia.
Elenco:
Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Nour el Husseini, Nadine Labaki, Cedra Izam,
Elias Khoury, Alaa Chouchnieh, Fadi Kamel Youssef, Kawthar Al Haddad,
Boluwatife Treasure Bankole, Farah Hasno, Nour El Husseini.
Dirección:
Nadine Labaki.
Guión:
Nadine Labaki, Jihad Hojeily, Michelle Keserwany, con la colaboración de
Georges Khabbaz y Khaled Mouzanar.
Fotografía:
Christopher Aoun.
Música:
Khaled Mouzanar.
Título
Original: Capharnaüm.
2018
- Líbano / Francia / USA.
Drama
- 126 minutos.
Sony
Pictures.
Cecilia
Tedesco.
A
continuación comparto parte de las Notas de Produccion de la película.
(Fuente:
Sony Pictures Argentina)
Conduciendo
a casa cierta noche, Nadine Labaki se detuvo ante un semáforo en rojo y vio a una
mujer con un bebé en el camellón. “El niño no podía dormir”, recuerda. “Cada vez que cabeceaba despertaba
nuevamente. Y esto me hizo caer en la cuenta. El único lugar en donde el niño
experimentará la vida será ese medio metro de concreto entre dos autopistas. Es
todo lo que conoce. Y si alguna vez intenta abandonar ese sitio, un auto muy
probablemente lo atropellará”.
Cuando
Labaki llegó a casa dibujó el rostro de un niño con la boca abierta, gritando
ante un grupo de adultos de pie frente a él. Debajo escribió: ‘¡Lo siento!
¡Renuncio! ¡No quiero estar aquí! ¡No pertenezco a su mundo! No quiero
respirar, ni comer, reír, aprender o soñar! ¡No quiero crecer para convertirme
en alguien como ustedes! ¡Me han fallado!” A pesar de que Labaki no había comenzado
a redactar el guion para CAPERNAUM, su dibujo se parece de forma espeluznante a
Zain Al Rafeea, el niño que ella misma elegiría eventualmente para el papel
principal.
Aunque
esta idea encendió la mecha de CAPERNAUM, no constituye la única fuente de inspiración.
“Líbano estaba repleto de refugiados en esa época y a los niños se les podía
ver en todas las calles”, comenta el productor y compositor de CAPERNAUM,
Khaled Mouzanar, quien asimismo es coautor y esposo de Labaki. “Como madre, embarazada de nuestro
segundo hijo, pude sentir en ella la fuerza de su instinto materno, y supe que
necesitaba decir algo acerca de los niños maltratados y necesitados de amor y
cuidado”.
Mouzanar,
quien colabora con Labaki en sus guiones, comenzó a arrojar ideas con ella
acerca de todo lo que a la directora le molestaba en demasía, incentivándole
a escribirlo todo en el pizarrón. “¿De qué modo ha fallado el
sistema con estos chicos?”, se pregunta Labaki. “¿Cómo es que la sociedad permite que semejantes
injusticias acontezcan? La situación de los trabajadores migrantes en Líbano;
lo absurdo de la noción de las fronteras; lo absurdo de necesitar un papel para
demostrar que existes, exploré todos estos temas en conjunto, se convirtieron
en las cosas que ocuparon mi pensamiento”. Cuando Labaki miró el pizarrón, de inmediato pensó
en una palabra en francés, capharnaüm (en inglés, capernaum). “Originalmente era el nombre de una aldea en la palestina bíblica”, dice. “Pero, más tarde, en la literatura
francesa, comenzaron a implementarla para nombrar el caos. Significa que todo
está de cabeza y en total desorden. El título fue lo primero que se me ocurrió.
Tenía el título desde mucho antes de plasmar una sola palabra en el guion”. De manera interesante, el origen
bíblico de la palabra giraba alrededor de un lugar maldito, pero en donde
asimismo los milagros pueden ocurrir. “Eso mismo ocurre hoy día en el mundo entero”, dice Labaki. “Cada día es una mezcla de caos y
milagros”.
Labaki
comprendió que si en verdad daría voz a las preocupaciones de estos niños
perdidos, antes debía aprender muchas cosas. Junto con Mouzanar y los coautores
del guion para la pantalla, Jihad Hojeilly y Michelle Keserwany, la directora
comenzó a visitar algunos de los más oscuros lugares en Líbano: los centros de
detención infantil, las prisiones para menores y las cortes. “Yo intentaba comprender lo que
ellos sentían y lo que eran”. A Mouzanar no le gusta referirse a eso que el grupo hacía
como “investigación”. “No
me gusta llamarle así porque es demasiado técnico”, dice. “Nosotros nos involucramos
emocionalmente con estos chicos”.
Labaki
comenta que, “Vi a
niños tan desdeñados, víctimas de un abuso tal que en sus miradas no queda
absolutamente nada”, dice
Labaki. “Estos
niños no lloran, no ríen y no juegan”. Si les muestras un juguete, no lo tocan.
Se han vuelto insensibles. Sus ojos no son reflejo de la infancia. Tras
visitarles varias veces, en cuanto comenzaron a confiar en mí, comencé a
preguntarles, ‘¿Te gusta estar vivo?’ El noventa y nueve por ciento me contestó que no. Me
dijeron: ‘Estar
aquí no me hace feliz’. ‘¿Por qué estoy aquí si no hay quien pueda cuidarme?’
‘¿Tendré hambre todo el tiempo?’ Sienten como si estuvieran aquí para ser
castigados por alguna cosa”.
Cuando
decidió que ya había acumulado la suficiente experiencia, Labaki comenzó a
escribir con Mouzanar y los coautotres Hojeilly y Keserwany. Hojeilly es un
fotógrafo que se convirtió en gran amigo de la directora cuando ambos
estudiaban cine en la Universidad de Saint-Jospeh, en Beirut, y ha colaborado
en todos los guiones para pantalla de Labaki. Keserwany es una artista y
cantautora socialmente comprometida, que crea videos musicales en los que
aparece acompañada de su hemana Noel. “Estaba en casa de Nadine y ésta me contó una escena
acerca de una trabajadora migrante que baja del autobús para llegar a casa, en
donde podremos ver a un bebé que ha tenido que quedarse a solas”, dice Keserwany. “Me sentí intrigada, así que le
pregunté, ‘¿Y qué ocurre entonces?’ Me contestó, ‘Ya veremos’. Y así fue como
me involucré en la escritura de la cinta. Tardé un tiempo en caer en la cuenta
de que nos habíamos enfrascado en la redacción de un largometraje y que
tardaríamos más de dos increíbles años en concluir el proyecto”.
A
partir de estas conversaciones Labaki desarrolló la premisa central de la
cinta, que gira en torno a un niño que demanda a sus padres por haberlo traído
al mundo. En términos legales, esto no es algo que pueda ocurrir realmente en
Líbano, porque un niño no puede levantar una demanda contra sus guardianes. Sin
embargo, a Labaki este argumento le pareció fundamental. “Para mí, simbólicamente, la idea
de un chico capaz de demandar a sus propios padres constituye la única manera
de hacer resonar su voz”, dice la directora. “Yo deseaba traducir su furia y hacerle capaz de
confrontar al sistema. La única manera era a través de la corte y a través del
propio grito del chico, ‘¡Basta ya!’”
Tras
haber pasado todo ese tiempo con las personas de carne y hueso que ella
representaría en CAPERNAUM, Labaki supo que no podría realizar la cinta que
tenía en mente con actores profesionales. “Quise hallar gente con la que no hubiese una gran
diferencia entre sus peculiaridades y los personajes. Y, más tarde, quise
pedirles que se basaran en sus instintos más crudos a fin de solamente ser”. El concepto base de Labaki
consistió en ofrecerles las directrices elementales y permitirles hacer lo que
quisieran con ello: implementar sus propias palabras y gestos, decir lo que les
viniera en gana y no limitarse a los dictados de la escena. “Esta historia es muy real, creada
con la gente real que puedes ver en las calles todos los días, aunque en
realidad no dediques tu atención a estas personas. Mi objetivo es la manera
como el público puede sentirse como espectador, y si los viera sólo como
‘personajes’, yo habría fracasado. Quiero que se pregunten, ‘¿Se trata de un
actor auténtico o de alguien que ha sido elegido e instruido en el acto para
desempeñarse como personaje, mediante la implementación de su propia
experiencia?’ Quería que el público pasara por esta desconcertante situación,
en la que nadie sabe nada bien a bien”.
Mouzanar
cayó en la cuenta de que la visión de Labaki no podría ser acogida por una
producción cinematográfica convencional, con un itinerario fijo para el rodaje,
locaciones planeadas y presupuesto definido. La directora tendría que tener
todo el tiempo disponible para extraer del elenco las actuaciones añoradas, así
como la libertad de filmar en el momento y lugar que le vinieran en gana. “Necesitaba de una libertad que me
permitiera prescindir de un itinerario precios y estructurado, porque de otro
modo sólo me sentiría paralizada”, dice Labaki. Como este abordaje no era que los productores
estuvieran dispuestos a aceptar, Mouzanar decidió producir CAPERNAUM por su
cuenta, a pesar de que nunca antes había producido una película.
Las
cosas se pusieron en marcha repentinamente cuando supieron que una prisión en
la que deseaban filmar sería cerrada en quince días. A esas alturas, ni
siquiera habían dado forma a la compañía productora. “Le dije a Nadine,
‘Traigamos algunas cámaras y filmemos’”, dice Mouzanar. “Y eso fue lo que
hicimos. Y a partir de entonces ya no pudimos detenernos. El dinero se me acabó
rápidamente, pero no le dije a Nadine porque quería protegerla. Hipotequé la
casa y no pagué las cuotas de la escuela de mi hijo a lo largo de un año,
porque todo lo destinaba a la filmación”. Poco a poco, Mouzanar aseguró el
financiamiento de un banco y persuadió a numerosos productores para que se
atreviesen a invertir.
Pero el
éxito real y final del proyecto de Labaki dependía del hallazgo de la persona
indicada para la interpretación del personaje principal de la cinta. “Le pedí a la directora de
casting, Jennider Haddad, que hallara a un niño de unos doce años pero que
luciera más joven a causa de la desnutrición”, dice Labaki. “Tenía que ser diestro en las
calles, implementar palabrotas en su vocabulario a causa de su vida en la
intemperie, y debía tener una mirada triste por todo lo que ha visto. Mientras
hablaba con ella pensé, ‘Estoy pidiendo un milagro. ¿Cómo haremos para hallar a
semejante chico?’
Haddad
ya se había sentido impresionada con el joven inmigrante sirio Zain Al Rafeea
cuando lo conoció durante el proceso de selección para un programa televisivo,
así que se emocionó con la posibilidad de salir a buscarlo una vez más. Ella y
su personal visitaron el barrio de Zain y entrevistaron a setenta chicos, pero
al final del día no encontraron ni a Zain ni a nadie más que pudiera
interesarles. Cuando estaba a punto de darse por vencida, Zain saltó sobre los
hombros de otro chico. “Lo aparté y comencé a hacerle preguntas”, dice Haddad. “Regresé con Nadine y le dije que
había encontrado al chico, pero ella respondió, ‘¡Jajajá, no estés tan segura!”
Haddad entendió
que era demasiado pronto como para tomar una decisión, pero tanto ella como
Libaki sentían visceralmente que por fin habían dado con el personaje
principal. “En su
entrevista en vídeo, Jennifer le preguntó, ‘¿Crees que eres astuto?, y la
manera como él respondió – ‘En realidad, no mucho’ – me convenció”, dice Libaki. “Estaba segura de
que era el indicado. Estaba convencida de que había obtenido mi milagro”. Pero
aun así, para estar seguros, el equipo pasó dos meses citando y poniendo a
prueba a una buena cantidad de niños. Muchos otros candidatos resultaron
buenísimos, pero ningún tenía una personalidad tan fuerte ni era tan diestro
ante las cámara. “Zain
es muy rudo y se mete en una gran cantidad de problemas”, dice Al Rafeea. “Yo soy parecido, me peleo mucho,
no le temo a nada, digo palabrotas cuando me enojo, tampoco voy a la escuela,
pero él es un criminal, yo no”. Tomando en cuenta que el Zain de ficción está en gran
medida basado en la personalidad del verdadero Zain, a Labaki le costaba mucho
separarlos. “Lo
único que salva a Zain de las condiciones de vida en las que está inmerso son
sus padres, que le adoran, que no quieren que trabaje y desean que vaya a la
escuela”.
El
hallazgo de alguien capaz de interpretar al otro personaje principal de
CAPERNAUM, una madre refugiada llamada Rahil, supuso un desafío muy particular,
porque Labaki deseaba elegir a una verdadera ilegal, que comprendiera sin
fisuras el estilo de vida. Desafortunadamente, las mujeres que viven
ilegalmente en el país lo piensan mucho antes de atreverse a hablar con
extraños. Por lo general no se detenían cuando Haddad las intentaba abordar, o
le daban números telefónicos falsos, o simplemente no se presentaban el día de
la prueba. Esto ocurrió a lo largo de un mes, hasta que Haddad vio a Yordanos
Shiferaw. “Me
sonrió, y eso fue una bendición tras los ceños fruncidos que recibí una y otra
vez”, dice
Haddad. “Me
aseguró que la historia de la película le emocionaba mucho y pidió que le
llamara de vuelta”. Pero,
tristemente, Haddad había perdido su número. “Estuve a punto de llorar y las dos semanas que
transcurrieron me parecieron una eternidad, hasta que encontré a Yordanos de
nuevo en un área por completo diferente. Inmediatamente sentí que si ella se
encontraba ahí en ese preciso instante, para que yo la viera pasar, nadie más
podría ser Rahil. Cruzó la calle y me dijo, “Qué gusto verla de nuevo. Estuve
esperando su llamada”.
Yordanos
acababa de perder su empleo así que tenía tiempo para charlar. Cuando le contó
que había perdido a sus padres a muy temprana edad, Haddad le tomó una
fotografía con su teléfono al mismo tiempo que un rayo de luz iluminaba sus
lágrimas. Envió la imagen a la directora en ese preciso instante. Yordanos
Shiferaw tenía la edad exacta y desplegaba una mezcla perfecta de dignidad,
humanidad y fuerza. En cuanto Libaki determinó mediante pruebas que Shiferaw
poseía la habilidad para transmitir la historia de su vida mediante acciones y
emociones, supo sin lugar a duda que había hallado a su Rahil. “La única diferencia entre
Yordanos y Rahil es que, en la vida real, la primera no tiene un bebé”, dice Libaki. “Ha vivido ilegalmente en Líbano
durante largo tiempo. Limpia casas. Limpia hoteles. Baños. Platos. Ha vivido
mucho. Lo puedes ver en sus ojos. Ha confrontado el racismo, muchas
injusticias, se la ha maltratado de mil maneras. Es fuerte, toda una
superviviente, y una guerrera, pero a la vez es sumamente frágil”. Tres días después de interpretar
la escena en la que es arrestada, Yordano fue de hecho arrestada por no portar
identificación y tuvo que pasar dos semanas en la cárcel, hasta que Labaki y
Mouznar consiguieron liberarla. Rememorando la escena de su arresto durante la
conferencia de prensa en el Festival de Cine en Cannes, Shiferaw comentó, con
los ojos rebosantes de lágrimas: “Cuando mi personaje llora en la película, soy yo misma
quien llora. Todo lo que puedes ver en esa cinta proviene de la vida real”.
El hijo
de Rahil, Yonas, fue probado durante el casting con una niña de un año,
Boluwatife “Tesoro” Bankole. “Me enamoré de Tesoro en cuanto la conocí y me fue
imposible pensar en otro niño”, dice Libaki. “Pero, a la vez, no deseaba transformar al personaje en
niña. Quería mantener la relación entre un chico y otro chico porque me parecía
importante que desarrollaran una identificación mutua”. El sobrenombre de Tesoro resultó
muy adecuado, ya que supuso una bendición constante a lo largo de la
producción. “A
veces, durante un rodaje, tienes que detenerlo todo durante un día entero,
sobre todo cuando el bebé no se encuentra de buenas”, dice Libaki. “Tesoro es muy inteligente. A
veces repetía los pasos del mismo modo varias veces. Nos mirábamos y no
podíamos creer lo que acababa de realizar”. Sin embargo, Nadine deseaba filmar a la niña
durmiendo y comiendo, y no es fácil pedirle a un bebé que haga estas cosas
obedeciendo un mandato adulto. “En ciertas escenas ella busca el pecho de su madre a fin
de comer, pero sólo puede tocar el pecho de Zain”, dice Mouzanar. “Para que esto ocurra tiene que
pasar mucho tiempo. Horas y horas de espera. No cabe duda, tienes que ser un
cazador”. Antes
del rodaje, a Zain no le gustaban los bebés, incluyendo a sus hermanas. “Creo que son muy escandalosos,
lloran excesivamente”, comenta. Pero Tesoro le cayó muy bien y, gracias a Nadine y Yordanos,
aprendió a prodigarles cuidados. Durante la filmación, los padres de Tesoro
fueron arrestados y encarcelados a lo largo de tres semanas, así que la
directora de casting, Haddad, tuvo que cuidarla mientras Mouzanar y Labaki
hacían todo lo que estaba a su alcance para liberarlos.
Cuando
Labaki puso en marcha su investigación solía condenar y enfurecerse a causa de
los padres que se atrevían a procrear sin ser capaces de prodigar cuidados a
sus vástagos. Pero en cuento pasó algún tiempo entre las personas de carne y
hueso, su percepción evolucionó. “Si pasaba diez minutos con un padre o una madre mi
corazón se partía con un comentario o algo que pudiera desertarme. ‘¿Cómo me
atrevo a juzgar a estas personas si jamás he estado en sus zapatos? Fue una
montaña rusa de emociones, desde el primer día. Quise representar esto. Deseaba
desestabilizar el juicios de los espectadores, colocarles en un lugar donde el
bien y el mal tienden a confundirse”. Cuando Kawthar al Haddad (la madre de Zain) y Fadi Kamel
Youssef (su padre) trabajaron en el rodaje, estaban al tanto de los personajes
que debían interpretar, pero los
diálogos surgieron directamente de sus propias experiencias. “Aquello que Fadi dice, ‘No sé de nada
mejor que esto. Así fui criado, no sé acerca de ninguna otra cosa’, él es quien
realmente habla a través del personaje”, dice Labaki. “Todo lo que yo hice fue colocarlo en esa situación”. Del
mismo modo, cuando Kawthar habla acerca del dinero que no tiene para registrar
a sus hijos, esto no es algo que provenga del guion, sino algo que ha surgido
de su propia experiencia”. Toda su vida ha luchado a fin de conseguirle a sus
dos hijos las identificaciones requeridas, pero no lo conseguido, por tanto no
tienen nacionalidad ni acceso a la educación o a los servicios de salud”, dice Mouzanar.
Más
allá de las escenas en la cárcel, que tuvieron que ser realizadas primero, la
cinta fue filmada en orden cronológico. En esencia, el elenco experimentaba
todo día con día conforme el rodaje avanzaba, del principio a las escenas en la
corte. Cuando llegó la hora de filmar éstas últimas, Zain y Treasure ya habían
crecido literalmente, se habían alargado y agrandado, y Zain portaba el cabello
mucho más largo. “El elenco creció no sólo físicamente, sino asimismo
emocionalmente, a lo largo de los seis meses”, dice Labaki. “Me impresionó lo
bien que para entonces toda esta gente conocía sus historias, quizá porque las
habían vivido durante tiempo”, dice la directora. “Recordaban cada detalle de
sus acciones, y pudieron explicarse la historia de la vida de cada uno de los
personajes. Era obvio que habían crecido mucho, como un rompecabezas que de
pronto cobrara vida, y en donde cada pieza encaja perfectamente”.
Además
de ser productor y haber colaborado en el guion, Mouzanar es asimismo el
compositor de CAPERNAUM, así como lo ha sido para todas las películas de
Labaki. Su idea inicial fue componer temas emotivos y melódicos, relacionados
con cada uno de los personajes. “Cuando comenzamos a filmar, con estos chicos que no
actuaban sino que vivían su realidad, me pareció que esas melodías no
funcionarían”,
dice. “Las
melodías parecían mentirles. Y no quería añadir una capa de mentiras encima de
toda esta gente”. En
cierto momento, Mouzanar incluso se deshizo de toda la música que había
compuesto, pero eventualmente halló un balance con ayuda de la directora. “Lo que Nadine y yo decidimos fue
implementar la música en ciertos lugares poéticos en los que el lenguaje
cinemático de Nadine cambia y se permite jugar con la cámara lenta, con
flashbacks o alguna elipse que no se ajustaba al lenguaje del abordaje realista
que utilizó el resto del tiempo”.
Un
proceso de producción como CAPERNAUM no podría haber sido concebido antes de la
era del video, en la que el costo del trabajo con cámaras a lo largo de seis
meses es relativamente insignificante comparado con los otros costos de una
producción. “Después
de todas las investigaciones que emprendí, pude haber realizado un documental”,
dice Labaki. “Pero, para mí, era muy importante
escribir una historia de ficción capaz de reunir todas las historias que
escuché, aplicándoles un tratamiento realista, a fin de que no sientas la
ficción y no percibas la intervención de los escritores y la directora. Mi meta
consistió en utilizar la cinta como un vehículo para la realidad, desviándola
hacia el interior de la ficción que redactamos”.
CAPERNAUM
tiene lugar en Líbano, pero sus preocupaciones son globales. “Cuando comencé a sumergirme en
este universo, modifiqué mi percepción de la película”, dice Mouzanar. “De pronto me pareció una cinta
futurista. Como si nos arrojáramos al interior de una especie de MAD MAX. Esta
ciudad, esta ciudad subterránea, me pareció como si pudiese ser parte de los bajos
fondos de México o de Nueva Delhi o de cualquier otra gran ciudad del mundo. En
cincuenta años, a causa del calentamiento global, con la migración del sur al
norte, todas las ciudades de Europa contarán con algo parecido en sus
suburbios. Esto no es algo local. Es algo que acontece en toda la Tierra y que
configurará el futuro de cada ciudad en el mundo en medio siglo”.
Labaki
y Mouzanar son activistas y forman parte de numerosas organizaciones en Beirut,
incluyendo Beirut Madinati (“Beirut Mi Ciudad”), la campaña comunitaria
dirigida por voluntarios que ganó el 40% de los votos en las últimas
elecciones. Labaki incluso se lanzó como candidata por Beirut Madinati para el
Parlamento, avanzando tanto en las encuestas que hay quienes aseguran que pudo haber
ganado. “Creo que
como cineasta puede ser mucho más provechosa que como creadora de leyes”, dice Mouzanar. “Cuando se lanzó, su objetivo no
era ganar sino inspirar a otros a tomar su destino en sus propias manos, sin
tener que someterse a todos esos políticos corruptos”.
Labaki
espera que CAPERNAUM consiga incrementar la atención y abrir un debate acerca
de las condiciones en que estos niños viven. “El problema es que no queremos reconocerlo porque
este asunto que ni siquiera sabemos por dónde comenzar”, dice. “Hay un millón de cosas que
podríamos hacer, pero tenemos que debatir antes de que podamos darnos una idea
de cómo implementar un cambio verdadero, por ejemplo, un cambio en las leyes y
la instauración de nuevas reglamentaciones. No quiero sonar ingenua diciendo
que una película puede cambiar el mundo, pero sé que al menos puede cambiar la
manera como miras a estos chicos o la manera como tomas la vida, puede al menos
cambiarte a ti, como persona. Y cuando comienzas a ver estas problemáticas de otro
modo, el cambio auténtico puede ponerse en marcha." En palabras de Mouzanar: “Nadine y yo somos soñadores
realistas. Esas dos palabras luchan eternamente una contra la otra. Pero
incluso si sabes en lo más profundo que no podrás cambiar nada, puedes seguir
soñando con la posibilidad de este cambio. La humanidad y el progreso suelen
ser propulsados por los soñadores, no por los cínicos”.
Una vez
concluida la filmación, Labaki y Mouzanar siguieron relaxcionándose con Zain y
los otros chicos de la cinta, con miras a ayudarles a mejorar sus vidas en los
años venideros. Durante el rodaje, Labaki y Mouzanar invitaron a algunos
integrantes de la Alta de la ONU para los Refugiados (UNHCR, por sus siglas en
inglés) para presentarles a Zain y su familia. A resultas de ello, la UNHCR lo
arregló todo para que Zain y su familia pudieran midarse a Noruega en agosto. “El padre de Zain me llamó antes
de que se marcharan, llorando”, dice Labaki. “Me dijo, ‘Nadine, tendremos una casa de dos pisos’. El
hombre no podía creerlo. ‘Tendremos cuatro habitaciones’”. Zain se adapta bien a su nuevo
país y asiste a la escuela. Él y Labaki se comunican regularmente y Zain la
acompañó recientemente en una gira publicitaria de cuatro ciudades por Estados
Unidos.
Tesoro
ha vuelto a Kenia con su madre, ahí asiste a la escuela, y Labaki y Mouzanar le
envían dinero a fin de ayudarles con los gastos.
Cedra
Izam (Sahar) y Farah Hasno (Maysoun) ya no recorren las calles, ahora viven con
sus familias. Trabajando con la UNICEF en Líbano, Labaki y Mouzanar
introdujeron a estos niños a un programa de aprendizaje acelerado. “Nunca antes
habían asistido a la escuela, por ello deben formar parte de este programa.
Sólo así gozarán de la oportunidad de asistir a una escuela normal más adelante”,
dice Labaki.
A
lo largo de los últimos meses, Labaki, Mouzanar y algunos miembros de
producción han recaudado fondos para la nueva Fundación Capharnaüm. La meta
inmediata de la fundación consiste en cuidar de los niños de la película. “Debemos sostenerlos un buen
rato”, dice
Labaki. “No puede
ser nada a corto plazo”. Ella espera que la Fundación consiga expandir su misión más allá de
los niños de la película. “Tenemos que trabajar con el gobierno, cambiar las leyes y desarrollar
la estructura”, dice.
“Debemos realizar
cambios en este campo en beneficio de muchos otros”.
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