BAZÁN FRÍAS, elogio del crimen


Andrés Bazán Frías nació en el barrio Los Siete Lotes, Villa Alem, en San Miguel Tucumán a finales del siglo XIX. Rodeado de pobreza, comenzó a robar comida para repartir entre la gente de su barrio. Por un asesinato fue condenado a prisión. Cansado de las brutales palizas, logró una impensada peripecia: escapar de la cárcel. Por un tiempo fue el ladrón más buscado de la provincia, en todos los rincones se escuchaba su nombre, hasta que en el año 1923 fue asesinado por la policía cuando intentaba trepar un muro del Cementerio del Oeste. 

Hoy está enterrado en el Cementerio del Norte, camposanto de las clases populares tucumanas. Convertido en una suerte de Robín Hood, para algunos es un santo popular, con su tumba repleta de agradecimientos y pedidos. Bazán Frías es hoy el “santo de los presos”.


Un siglo después de su muerte, son los internos del Penal de Villa Urquiza los que deciden formar parte de un taller para representar la vida de este bandolero. En el seguimiento de su representación logramos identificar puntos en común con la vida de Bazán, puntos donde el pasado y el presente se tensiona. Allí, en una cárcel sobrepoblada, la historia de este rebelde es reconstruida por los delincuentes tucumanos, hijos de la marginalidad y la suntuosa diferencia entre clases sociales. Juntos, los que hacemos esta película y ellos, nos preguntamos si quienes quiebran la ley son hoy rebeldes contra el sistema.


La película esta bien lograda dado que me pareció interesante la comparación de este bandolero a lo Robín Hood tucumano con la delincuencia en la actualidad. A medida que el grupo de reclutas o presos del penal de Villa Urquiza representaba teatralmente a este hombre, se abría camino sobre la situación actual de la delincuencia. Además el film muestra una breve escena del documental "Pibes Chorros" de Andrea Testa, que refleja la delincuencia en los jóvenes de 16 años. Astrid Menikheim (Cronista invitada)


Notas de los realizadores:

“Tengo pasión por la delincuencia” dice uno de los protagonistas al comienzo del film. Una confesión contundente, e incómoda también. Bazán Frías: elogio del crimen es una película que a través del acercamiento a sus protagonistas, aquellos hombres privados de la libertad, entre el dolor y de la empatía, se realizó bajo la premisa de que la representación de “otra” vida, la de un bandido rural muerto por la policía hace un siglo, iba a asomar la de quienes encaraban esa representación. Fue un trabajo de tres meses en aquella cárcel sobrepoblada, donde a pesar de lo asfixiante y opresivo de ese lugar, los presos tuvieron las ganas de sobreponerse y poner el cuerpo para poder filmar esta película. 100 años después, ¿Que quedaba de aquel espíritu rebelde y justiciero de los bandidos rurales?. Como en el docudrama César debe morir (2012), de los Hermanos Taviani, la puesta en escena de un drama, pensábamos, haría emerger el de los actores.  

Suele hablarse de la incidencia del cine en la realidad. Aún no sabemos lo que generará esta película, pero si podemos afirmar que esa realidad, la de los muchachos presos, incidieron en el cine, en esta película, transformándola y complejizándola por completo.

Fue una experiencia que fue modificando no solo el contenido de la película, sino todas nuestras ideas sobre el delito y sobre los jóvenes que están allí encerrados. La realidad nos atraviesa, y eso es lo apasionante del cine documental.

Elenco: María Alejandra Monteros, Héctor Espeche, César Romero, Silvia Quírico, Matías Pereyra, Walter “Chichilo” Acevedo, Daniel “Mocosete” Acosta, Juan José “Quito” Álvarez, Moisés Amaya, Rodrigo “Capullo” Carrazán, Gustavo “Cata” Romero, Alaín y, Martin Ferreyra, Gonzalo Leal, Víctor “Tufy” Romero, David Veliz.

Dirección: Lucas García Melo - Juan Mascaró (Cine Bandido)
Música Original: Savonet Surfers

Preparación Actoral: M° Cesar Romero, Lic. Silvia Quírico

Trailer:


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